La incertidumbre de las calles vacías
me aterra tanto como el erotismo
de las sábanas mojadas
de sexo y de vida.
El guiño y la presión
de las agujas del reloj,
tu sonrisa
tatuada a fuego en mi piel,
el aleteo de tus pestañas,
capaz de desembocar aquí adentro
una agitación
mayor que el más fuerte de los seísmos.
Me aterran las cortinas abiertas,
el cajón sin tu ropa
y el obsceno marchitar de tu primavera.
La distancia que hay entre tu cadera y mis manos,
entre tu cuello y mi lengua,
entre tu boca y mi pecho.
Es injusta la vida sin ti;
es injusta la humedad de la lluvia
si no hace crecer tus flores;
es injusto el reiterado eco de aquí adentro,
cansado de temblar mi corazón,
echando en falta tu presencia
y sintiendo tu vacante
a la izquierda del pecho.
Le he dedicado tiempo a leer tu blog y la verdad que escribes precioso, no sólo esta estrada si no todas las que he leído y seguramente también las que leeré después, sigue escribiendo porque me llenas de vida. Me encanta.
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! Seguiré escribiendo porque es lo que me llena; me encanta que, como tú dices, lo que escribo te llene de vida.
EliminarSaludos