jueves

72.

De pronto,
me entraron unas ganas inmensas de devorarte.
Deshacer las sábanas con tu vida,
deshacer tu vida en las sábanas;
qué más da,
si de una manera u otra
jamás nos podríamos recomponer.
De quedarme a vivir
en la oquedad de tu clavícula,
pasear cada amanecer por los rescoldos
de tu paraíso interior,
estudiar la divina proporción
en tu cuerpo,
tomando de referencia la distancia
entre tus dedos pulgar y meñique,
entre tu cadera y el suelo,
entre tu rodilla y el cielo.
Ser la chispa que desata el fuego,
destruir tus esquemas,
tus ideales,
arañarte cada pedacito de tu ser interior,
acomodarme en ti,
justo ahí,
en uno de esos lunares de tu cuello.
Pensé que sería una buena idea
eso de dejarse caer en la tentación,
sacar los pies por fuera del tiesto por una vez,
sucumbir a tu pecado.
En las madrugadas
todas esas locuras se ven muy bonitas;
la putada es que la realidad y la luna
nunca han sido muy amigas.
Por eso siempre he pensado
que lo más sensato es vivir con las persianas bajadas.
Y a la mierda con la realidad.

5 comentarios:

  1. Impresionante, me encanta y me encantas :) Sigue asi.

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  2. Haces que tirite con cada verso, en septiembre y en todos los meses que vengan acompañados con tu poesía.

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  3. Increíble, los pelos de punta.

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