Ahora toca pedir perdón, perdón a la almohada por todas las lágrimas que noche tras noche desgastan sus bellos dibujos; perdón a mi estómago, por todas las mariposas que interferían en mis hábitos de comida; perdón a mi misma, por hacerme esto, por cometer el mismo error, por tropezar de nuevo con la puta piedra de siempre, una vez tras otra, por creer que eras... diferente. No, no hay nadie diferente. Y si lo hay... bueno, iré a buscarlo. Pero no te preocupes, te dejaré al partir un beso, una flor, una caricia y un adiós. Es mas de lo que yo podría esperar de ti, deberías saltar de alegría al ver que alguien te ofrece un trato distinto al que tú acostumbras a dar a los demás.
Siéntete afortunado; lo conseguiste: has logrado empapar mis mejillas, otra vez.
... y a pesar de todo, te sigo amando.
Increíble por tercera vez que voy a tener que llamarlo rutina. Me tienes loco preciosa.
ResponderEliminar¡Millones de gracias! Al final me pongo del color de las amapolas...
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