domingo

74. La agonía de encontrarte.

Acorralados mis versos
entre las cuatro paredes de tu desorden,
gritando en rebeldía,
dejándose la voz por la libertad,
así como un día me la dejé yo entre tus piernas.
La poesía me tenía que salvar del mundo,
pero ya ni Benedetti me ayuda.
La cerveza se está acabando
y tengo miedo de que la tinta de mis venas se seque
y no pueda escribir(te) más.
Ojalá nunca supieras de lo que hablo;
ojalá no entendieras nunca mi locura.
Ojalá te dieras cuenta
de que la canción desesperada la llevo en mi interior,
y que veinte son los poemas de amor
que tú recitas en mis pesadillas,
con tu voz cortada
y tu puño en alto,
susurrando despacito
que de esta no salimos.

Y es que aún no te he visto sonreír y ya sé que dueles,
que tu sabor se parece a la primavera.
Tú, que narcotizas mi mente,
la posees
y juegas con mis labios a tu antojo.
Aún no te he visto llorar y ya sé que dueles,
que tu olor se parece a la agonía del llanto.
Aún no te he visto marchitar,
y ya sé que sería capaz de cualquier cosa
por ver asomar esos colmillos aquí a mi lado.
Aún no he visto tu magia,
y ya reconozco que me aterra tu ausencia
pero le tengo pánico a tenerte.

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