domingo

64. De los cafés de medianoche y el insomnio de madrugada.

2:53 am. Es de noche. Tenía ganas de escribirte, como de costumbre. Las letras se me empiezan a quedar pequeñas, me ahogo con ellas; comienzo a necesitar más abecedarios para transmitirte al mundo. Me odio por ser así. Me odio por haberte encontrado. Siempre escribo sobre lo mismo (sobre la misma), mis palabras suenan cada vez más monótonas y el ritmo de mi voz cada vez más acelerado. Tengo la garganta afónica y las pupilas dilatadas cuando me acuerdo de ti, y mis cuerdas vocales están sangrando melodías porque echan en falta tu lengua.
3:04 am. Sigo pensándote, aunque no se lo digo a nadie. Ni rastro del sueño. Aunque no sea nada nuevo, no me acostumbro a la vigilia; sobre todo si no me acompañas. Cada día es mas duro. Cada día me gusta menos sentirme así, como si estuviera muerto en vida. Como si ya ni la música me animara, como si todos mis movimientos estuvieran predeterminados, como si hiciera demasiado tiempo que no pego un grito. Ya ni siquiera se me da bien escribir. Como si estuviera enganchado a un cable y me suministraran alimento por él, como si estuviera aún en la placenta. Así me siento ahora que me faltas: indefenso, como si me faltara el aire y la libertad y la capacidad de decisión.
3:21 am. Te veo por todas partes. De mi cordura ya solo quedan retales. El café de madrugada no es bueno, pero sienta tan bien que casi parece reparar las grietas que hay aquí adentro. Algunos dicen que es obsesión, pero yo creo que no. Simplemente se trata de que no me veo capaz de olvidar cómo me sentía cuando estaba contigo. No sé si era amor, no sé si alguna vez he experimentado ese sentimiento, y ni siquiera sé si existe. Pero se parecía bastante al concepto que muchos tienen de esa palabra. Me sentía grande sólo con tenerte a mi lado.
Tampoco sé si los otros lo han sentido o creen haberlo hecho, pero, de ser así, ojalá lo hayan exprimido del todo.
3:30. "¿Cuánto tiempo va a llevarnos reponernos de los golpes?"

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