domingo

46.


Vi el paraíso en su mirada,
e incluso el más delicioso de los placeres me pareció una minucia comparado con su cielo.
Vi sus dedos,
volando por encima del más grande de los poetas;
vi sus caderas
danzando al compás de mis gemidos;
y casi pude ver su risa,
ansiosa e impaciente por cumplir deseos.
Vi mil botellas junto a su cama mientras dormía,
y eso sí que es poesía, y no de lo que vosotros habláis.
Vi su sonrisa,
fugaz
como el aleteo de la mariposa o el enfado de un niño,
eterna
como la sensación de vacío los días de domingo o las cosquillas en la panza al besar.
Vi tantas veces el brillo en sus ojos al hablar de su canción favorita,
que casi creí que hablara de volar.
Y quise ser el brillo en sus ojos y su canción favorita, y pisadas en la nieve y olor a café.

2 comentarios:

  1. Yo quiero ser tan poeta como tú. Me tienes enganchado a ti. Ondeando con cada frase huracanada que me envía a la siguiente.

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