miércoles

62.

La ausencia de lo vivido, algo mil veces más trágico que la repetición de los días. La poesía de madrugada, alumbrada por los que están ahí arriba, los que viven en las estrellas y aplauden cada fallo que cometemos. La certeza de que no se puede, el hecho de encontrarse de bruces con la muerte y escupirle a la cara. Porque no, porque aún no es nuestro momento. Se trata de esperar, de esperarte. De querer que pase, de querer que pases. Porque pasarás, mi amor, aunque me pesas aquí adentro.

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