sábado

60.

Como la nostalgia de las calles mojadas, como ver el cajón sin su ropa, como caer por un precipicio atado de manos y con los ojos cerrados. Sonreír, aun a sabiendas de que lo que aguarda fuera es peor que las pesadillas. Hacer como que no me afecta la ausencia de su risa. Tras mil y una noches de insomnio pensándote, he llegado a la conclusión de que no sé qué resulta más románticamente trágico: echar de menos lo que un día se tuvo o anhelar lo que nunca se tendrá; aunque ambas son la peor forma de destrucción que conozco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario