Negro desdicha en cascada sobre su espalda y la sonrisa color pasión, y unos ojos nublados que te hacían perder la cordura. Ella aparecía y de pronto lo inundaba todo de magia y de olor a viernes. Y de esa manera de pensarla de lejos y sentirla de cerca, el día se enamoró de la noche, y cada amanecer danzan a media luz con el sol de él y la oscuridad de ella, dejando como rastro las estrellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario