viernes

32.

Cada vez se te va haciendo más familiar eso de mirarte al espejo y verte con los ojos vidriosos, enrojecidos de llorar. Miras el reloj. Una hora ha pasado desde que te encerraste en el baño. Otra hora perdida de tu vida. Pero sigues llorando, no puedes parar, cada vez te haces más consciente de que no merece la pena, pero le quieres. Te hace sentir como nadie, te sientes especial. Podrías estar perdida en sus ojos para siempre y nunca jamás regresar, abrazarle y dejar que pase el tiempo, pero no.
Miras a tu alrededor, tu habitación; vacía, aún más de lo que cabía, recuerdas esos momentos que pasaste a su lado. Otra vez, en cada lágrima, va cada pedacito que tienes de él, cada beso, cada caricia, cada te quiero, cada susurro. 'Olvídate de él, tú te mereces ser feliz, él no te hace feliz' te dicen, ya estás harta de oír eso. SÍ, SÍ ME HACE FELIZ, y sí hace que mi mundo se detenga por unos instantes, en los que te agarra por la cintura y te abraza, y comienza a besarte con suavidad, con dulzura, y entonces justo en ese momento te das cuenta de que quieres sentirte así por siempre jamás, pero te das cuenta de que no, de que todo eso ya se acabó, de que tu cuento de hadas terminó cuando apareció una princesa mejor, que ya nunca volverás a sentirte como antes.
Y ahora, tres meses después aún recuerdas vuestro último beso. ¿Fue tu mejor beso? te preguntas.
Piensas en el momento, en ese momento, en que no sabías que esa sería la última vez que volvieras a saborear su sonrisa. ¿Porqué? Nunca se sabe qué es lo que te deparará el destino, quizá ese no fuera más que el primero de una larga lista de besos prohibidos.

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