sábado

80.

Me he tumbado en el suelo de la vida,
he tocado el fondo,
su tacto áspero y frío,
y he sido testigo de
que no es tan malo como cuentan.
Acostumbrada al placer,
todo lo malo me parece poco y
todo lo bueno me parece demasiado.
Acostumbrada al calor,
la humedad me parece insuficiente y
el fío demasiado lejano.
Y las contradicciones se hacen mayores
cada vez que escribo y pienso
y te escribo y te pienso,
y solo me queda el cobijo de escribir y pensar,
como si eso sirviera de algo a estas alturas.
Estoy en un punto intermedio en el que solo sé llorar maldades
y disfrazarme de sonrisa
y subirme a la boca de cualquiera
y presumir de lo bonita que soy.
Y tampoco me gusta.
Y ya no sé qué digo ni qué pienso.
Y cada vez me quedan menos ganas de querer saberlo.
Te veo por todas partes, querida locura.

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